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El regalo de los Reyes Magos

U n dólar con ochenta y siete centavos. Eso fue todo. Y siete centavos eran en centavos. Centavos ahorrados uno a uno, derribando al tendero, al verdulero y al carnicero hasta que las mejillas ardían con la silenciosa calma que implicaba un trato tan cercano. Della lo contó tres veces. Un dólar con ochenta y siete centavos. El siguiente día sería Navidad. C laramente, no había nada que hacer más que dejarse caer en el pequeño sofá destartalado y gritar. Así que Della lo hizo. Lo que suscita la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, predominando los lloriqueos. Mientras que la dueña del hogar va pasando gradualmente de la primera etapa emocional  a la segunda, echa un vistazo a su casa. Un piso amueblado a $8 por semana. No excedía exactamente la descripción, pero ciertamente tenía esa palabra al acecho: precaria mendicidad. En el vestíbulo de abajo había un buzón en el que no entraría ninguna carta y un botón eléctrico del que ningún dedo mortal p

Venta de finca en la LUNA


Una empresa israelí comercializa parcelas de 500 metros cuadrados a unos 45 euros y facilita una escritura y una fotografía a color con la ubicación exacta del terreno Los compradores creen que rentabilizarán su inversión cuando la NASA construya una base habitada en el astro.

Los Reyes Magos habrán recibido en estas fechas un sinfín de peticiones. Muchas se repiten cada 365 días, sobre todo aquellas que suscriben los adultos (salud, dinero y amor). Pero otras, aquellas que exhalan los más pequeños de la casa, son toda una suerte de incógnitas que se adentran en lo más profundo de ese virtual planeta que presiden los monarcas 'variopinto', 'extravagante' y 'loquierotodo'. Que no son visigodos. «¿Quiero la luna!», hasta habrá sugerido algún diminuto infante. Hace años hubiera sido una utopía. Pero ahora, en pleno siglo XXI, ya es posible. Factible y, sobre todo, bastante más económico que un pedacito de pastizal junto a los cantiles de cualquier bajío cántabro.

El rotativo italiano 'El Corriere della Sera' publica su edición electrónica un artículo en el que, bajo el sugestivo título '¿Chiedi la Luna? Ora puoi', certifica bien a las claras que ya se puede comprar un trozo del astro menor al módico precio de 60 dólares -unos 45 euros al cambio- el 'medio dunam' o, lo que es lo mismo, cerca de 500 metros cuadrados. Unos tres 'carros' de terreno que, al menos en la Tierra, se corresponden con la parcela urbana media a la que Normas Subsidiarias y planes generales subordinan habitualmente la concesión de una licencia de obra.

Sea como fuere, y siempre según 'El Corriere della Sera', casi un millar de israelíes se han tomado muy en serio el proyecto de la NASA de construir una base permanente habitada en la Luna para el año 2020 y han comprado un trocito del satélite terrestre.

Según Daniel Yaron, administrador delegado de 'Crazyshop', compañía israelí que comercializa los lotes lunares, esa inusitada demanda obedece a dos motivos: el placer de regalar 'la luna', de un lado, y la revalorización que se intuye cuando el pequeño astro sea efectivamente una alternativa a una Tierra asfixiada literalmente por los gases de efecto invernadero.

Es cierto que todavía existen muchas dudas legales sobre este tipo de negocio pero, según el rotativo israelí 'Yedioth Ahronoth', vender terrenos en la Luna es posible gracias a que en los años 70 el americano Dennis Hope registró a su nombre el satélite y todos los planetas del sistema solar. Así, en el momento de la compra, los terratenientes siderales reciben incluso un certificado y un detallado mapa fotográfico del terreno que ha comprado. Ver para creer.

Fuente:www.eldiariomontanes.es(enero-2007)

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