Semilla de vida. Parte 2.
El gran despertar
Un día como hoy, hace ciento treinta y tres años llegué a un mundo donde la belleza de la naturaleza había sido cambiada por la eficiencia de la máquina y donde el disfrute por lo natural intercambiado por lo sintético elemental. Aún así la civilización que recibí como herencia hizo de mi un hombre buscador de verdades ocultas. Un insoslayable precursor de la solidaridad entre todas las criaturas con derecho a una vida digna y llena de amor. Un incansable hacedor de realidades y sueños carentes del medio físico que los impulse al mundo real. Un observador empedernido y vehemente del mundo que llega a mis ojos cada instante y que provoca en mi cerebro las multicolores imágenes producto del aglutinamiento de millones de fotones que como niños escapan hacia la libertad de la acción y hacia la esclavitud del destino.
Realmente me siento bien físicamente aún cuando la prótesis visual que reemplazo mis ojos hace veinticinco años atrás me produce un pulsante dolor de cabeza que a veces me incomoda mucho. Mi visión no tiene una resolución igual a la de mis ojos originales por lo que la imagen del mundo que veo es más o menos exacta. Solo hay dificultad para saber las emociones reflejadas en los rostros de mis interlocutores. Esta dificultad la subsano con el oído, captando con cuidado el tono y la modulación de la voz y los gestos de quien me habla.
Para el año de mi nacimiento 2392, las naciones como un todo ya formaban parte de un gran proceso de evolución planificada que impulsaba el conocimiento y la praxis del mismo en beneficio de todos los seres humanos. Era la época de los contactos con seres vivientes de otras galaxias. De nuevos y revolucionarios descubrimientos que transformarían para siempre el papel del hombre en el cosmos. Un tiempo donde el hombre comenzaba a dar sus primeros pasos en un mundo donde los caminos inexistentes se rehusaban a ser creados.
Acostumbrado a la quietud y rutina de ciudad Central he tomado por habito contemplarla desde la cúspide más elevada de la que fuera hace unos ochenta años el rascacielos más alto de la ciudad. Con un diámetro aproximado de cinco kilómetros, la cúspide de forma oval, se sustenta sobre el suelo por una columna de unos mil metros de ancho, dentro de los cuales se desenvuelve el sistema de ascensores mas eficiente y rápido jamás creado. Basado en un efecto de generación magnética, los contenedores que sirven de plataforma para la elevación de personas, son habilitados cada vez que tienen un ser humano como pasajero. Dentro de esta gran columna habita la mayoría de ciudadanos que hacen sus vidas en la superficie y cuyos escasos privilegios son mantenidos por conveniencia de la "otra sociedad".
A pesar de estos detalles oscuros y poco agradables me gusta ver pasar los autos voladores en sus rutas diarias y monótonas durante breves momentos del día y no puedo dejar de pensar en la similitud que tiene con las aves que apenas siglos atrás revoloteaban alegremente de rama en rama y que nos daban su exquisito y natural canto que hacia latir a los corazones humanos con mayor energía y calidez. Haciendo de la esperanza un horizonte próximo a ser alcanzado.
Siento que el único propósito de la existencia es el disfrute de aquellos momentos fugaces que escapan a nuestra atención cotidiana. Momentos que marcan nuestro camino a lo largo de la vida. Momentos que nos señalan una nueva ruta, un nuevo cambio y tal vez un destino anhelado. Mi confusión interior emanada de conflictos existenciales pueriles y sin sentido, terminó por tomar el camino más razonable, cuando lo físico ya no cuenta. Que no es más que el camino del ejercicio continuo y creativo de mi mente. Por ese motivo me dedique a escribir historias basadas en vivencias anteriores. Acontecimientos que por diversos motivos son tergiversados y trastocados en su esencia hasta convertirlos en simples mitos de camino. De mentiras disfrazadas sutilmente de verdades. Y de verdades convertidas en dogmas malintencionados cuyo fin se distancia cada vez más de racionalidad, que por comodidad y pereza ayuda a su propia destrucción.
Vivir y sentir la veracidad de la vida es algo increíble. Veracidad entendida como realización de un mundo interior, tímido y agazapado. A un mundo físico y factible lleno de acción, sensación y dinámica ilimitada. Aquello que es real y palpable por los limites finitos que envuelven ese pequeño universo llamado cuerpo.
La siguiente historia es una recopilación de muchos fragmentos de lo que parece ser una aventura increíble realizada por los primeros colonizadores de planetas distintos a la tierra. Este relato se remonta a unos trescientos años. Un tiempo donde la voluntad persistente del hombre en hallar espacios para su expansión no tenia limite.
A pesar de que la información recolectada es muy difusa y poco precisa, logre cierta sincronización de muchos eventos relacionados a la misma que posteriormente indicaré en detalle, en la propia historia.
Este es mi primer trabajo como escritor. Toda mi vida trabaje como especialista de campo. El mismo trabajo de mi padre. El cual tenia como función, en las misiones de colonización, la revisión minuciosa de toda área candidata a ser colonizada por el hombre. Un trabajo apasionante que me permitió conocer muchos sistemas estelares ubicados a distancias de millones de años luz. Sin embargo el tiempo no pasa en vano. Cuerpo y alma unidos han transitado por innumerables espacios y experiencias que han expandido su horizonte hacia la búsqueda de algo mas transcendental, que quizás obtenga en algunas de mis historias.
Las partes faltantes serán cubiertas por un toque de nuestra amiga, la imaginación.
Los hechos ocurrieron así:
Fue tal vez a los doce o trece años de edad, no recuerdo muy bien, cuando me informé sobre la tareas que llevaban a cabo las expediciones colonizadoras del planeta Tierra. Según los archivos de información pública, los colonos eran la vanguardia de la civilización en los confines del universo. Estos hombres y mujeres eran la esperanza de muchos mundos, que olvidados por la mano divina no habían desarrollado formas de vida inteligente como la nuestra. Mundos similares a la tierra donde se conjugaban la belleza y las condiciones más idóneas para el florecimiento de la vida en todas sus formas. A pesar de la loable labor de estos pioneros en los planetas olvidados por la creación, tenia ciertas dudas sobre la veracidad de los informes. Parecían muy buenos para ser verdad.
Con muchos interrogantes e mi mente busque información con mi padre para que me aclarara las dudas que como agujas punzantes perturbaban mi mente. Me explicó que los contactos iníciales a todo planeta candidato a ser colonizado pasaba por la aprobación previa de un equipo designado por el comité de asuntos terrestres. Ellos preparaban todo durante largos años. Después de revisar el planeta asignaban los equipos de especialistas, de cuyo trabajo dependería la decisión de colonizar o no el planeta. Mi padre formaba parte de unos de estos equipos.
Me extrañaba el hecho de que en las innumerables misiones de colonización no se mencionara el hallazgo de civilizaciones alienígenas extintas. En los informes no había referencia alguna de este detalle. Solo había mención de planetas con civilizaciones medianamente desarrolladas las cuales impedían al colonización. Era poco creíble que en el universo con tantas manifestaciones de vida, y con millones de años en evolución no existiera la posibilidad de que en los planetas "deshabitados" próximos a ser colonizados no hubiera vestigios de civilización antiguas ya extintas.
En nuestro tiempo el contacto con seres del espacio era un hecho común y normal. Muchas de ellas con millones de años de evolución y otras muy similares a la nuestra. Gracias a nuestra tecnología aplicada en naves espaciales. logramos traspasar la barrera que nos separaba de muchas civilizaciones tecnológicamente más avanzadas que la nuestra. Aunque se mantienen como observadores en muchos aspectos de nuestro desarrollo participan de vez en cuando en situaciones que según ellos pueden distorsionar la armonía del universo.
Es así como la escalada humana desplegada en todo el cosmos para la conquista de planetas deshabitados les despertó tanto el interés por nosotros que pidieron ante el consejo espacial terrestre un encuentro donde se discutiría las normas que regirían la colonización de planetas. De esas discusiones a lo largo de años se dejo bien claro que los colonizadores respetarían cualquier forma de vida diferente a la terrestre. Y que de acuerdo al nivel de desarrollo de la civilización, se estudiaría la determinación de anexarse, o no a las políticas de los colonizadores. Detalle que en papel se veían muy bien, pero que en al realidad estaban muy lejos de tomarse en cuenta.
Años después comprendería que las verdades y las mentiras son parte de la historia humana. Y que ellas solapadas han sido la causa de las actuaciones más miserables del hombre en su historia. Verdad y mentira son tan indisolubles como energía y materia juntas. Son lo mismo. Pero la existencia exclusiva de una sola de ellas implica la aniquilación de la otra.
Los exploradores de reconocimiento inicial, encargados de revisar en detalle la posibilidad de la existencia o no de civilizaciones en los planetas aptos para ser colonizados solo reportaban la presencia de civilizaciones y formas de vida "activas". Este calificativo de "activas" era para formas de vida inteligentes y actualmente desarrollándose en sus respectivos ambientes. Cuando esto sucedía la colonización no se hacia. Pero cuando hallaban restos de civilizaciones ya desaparecidas junto al cumulo de conocimientos relacionados a tecnología la información no era de conocimiento publico. Solo una minoría ansiosa de explotar esos conocimientos eran enterados de toda esa información para fines oscuros, pero previsibles. Después de obtener toda la información que consideraban importante borraban todo tipo de vestigio antes de la llegada de los colonos.
A mi memoria viene un momento que nunca olvidare, y que aclaró de manera total mis sospechas. Este acontecimiento marcó mi destino definitivamente. Esto ocurrió en el planeta Perseo, pequeño planeta ubicado en la galaxia Nereida, distante unos nueve años luz de la tierra. Colonizado hace unos ciento veinte años. Mi padre trabajaba como especialista de geología planetaria y era el encargado de verificar ciertas zonas, aún vírgenes del planeta. En ese tiempo la empresa para la cual trabajaba tenia la urgencia de localizar minerales muy raros y escasos en la tierra. En uno de sus viajes regulares al planeta, le pedí que me llevara con él, lo cual acepto después de advertirme "lo aburrido que sería el trabajo a realizar", yo le dije que no se preocupará que buscaría algo con que entretenerme.
Para la realización del trabajo le fue asignado un vehículo de reconocimiento inteligente, máquinas en cuyo interior reposaban sofisticadas computadoras con sensores ultrasensibles que escaneaban todo el terreno mediante la aplicación de un haz de rayos láser codificado que monitoreaba una zona aproximada de quinientos metros cuadrados, obteniéndose de manera instantánea la composición del terreno y el porcentaje de cada mineral. Datos que valoraban en forma exacta el área de investigación. Y corroboraban de manera absoluta la forma como los planetas, incluyendo en nuestro, se habían formado. Procesos complejos que durante millones de años permitieron el nacimiento de innumerables planetas que surgieron del continuo y perpetuo aglutinamiento de materia.
Durante el escaneo láser del terreno, el sensor de metales detecto una estructura metálica de aproximadamente un metro cubico de volumen enterrado a escasos tres metros de la superficie. Mi padre verificó el estatus de la zona monitoreada con la finalidad de determinar posibles contaminaciones de equipos de misiones anteriores de exploración. De acuerdo a ésta indagación la zona era clasificada bajo el estaus uno. Estos significaba una zona nunca explorada ni catalogada en ningún informe de reconocimiento.
Cuando comunicó el hallazgo a sus superior obtuvo como respuesta su transferencia a otra zona muy distante del punto donde se encontraba el objeto hallado y se le pidió, de manera enérgica, la no mención bajo ningún motivo de lo hallado. Esta extraña situación demostraba de manera clara la intención de ocultar cualquier evidencia de civilizaciones alienígenas ya extintas en el planeta.
Toda esta situación algo extraña me impulso a consultar los registros de acceso publico. Registros destinados al almacenamiento de toda la información relacionada a la misiones de reconocimiento y exploración que llevaban a cabo la junta colonizadora. En la búsqueda de la verdad me tope con fragmentos de registros que vistos en detalle trataban de lo mismo. Todos ellos relacionados a una misión de colonización desarrollada hace unos trescientos años.
Con todos estos fragmentos incompletos y aparentemente sin relación alguna surge una historia que se pierde en los confines infinitos del espacio y cuya leyenda pasará a ser un mito más de los tantos que yacen bajo la indiferencia absoluta de una civilización, cuya historia pasada no es más que sombras oscuras y silenciosas que esperan ver la luz que la transforme en grandes libros abiertos que puedan ser leídos por todos. Los hechos en cuestión envuelven una expedición de colonización que se perdió sin dejar rastro alguno a principios de siglo XXII.
Muchas historias se han dicho sobre lo que pudo ocurrir con dicha misión. Yo contaré la mía. Les daré una visión distinta a las mucha versiones y relatos que a lo largo de doscientos cincuenta años se han propagado y que han desprestigiado de forma absoluta a los seres humanos como especie en constante evolución. Debido a nuestro pasado violento y de cruentas guerras, fuimos considerados como una especie altamente hostil e irracional.
Gracias al dominio que logramos de la energía y la materia, fuimos capaces de alcanzar cualquier rincón del cosmos. Esto nos permitió un desarrollo inusitado de todas las ciencias. Desarrollo que nos llevo a perpetuar en cientos de años la vida de nuestros cuerpos más allá de lo impuesto por la naturaleza.
Este desarrollo acelerado de la tecnología y de las ciencias formales originó un estándar de vida extraordinario. La vida promedio del ser humano era de quinientos años. Esto ocasiono la superpoblación del planeta, que explotado y contaminado sin misericordia por cientos de años, mostro avisos tempranos de enfermedad. Cuya manifestación mas temprana fue un sobrecalentamiento del planeta, fenómeno que ocasiono grandes inundaciones en todo el mundo. Grandes zonas costeras desaparecieron sin dejar ningún vestigio. Unido a todo este panorama desolador se unía el crecimiento sostenido del agujero en la capa de ozono que dejaba pasar los peligrosos rayos ultravioleta, que causaron muchas muertes de especies animales y miles de humanos.
La alternativa al comienzo fue la conquista de los planetas vecinos a la tierra. El cuarto planeta llamado Marte fue el primer destino colonizado por nuestra especie, le siguió Saturno, Neptuno y Júpiter que fueron convertidos en colosales minas. La dificultad más dura con que se enfrentaban los colonizadores eran los planetas cuyas atmósfera y condiciones climáticas eran incompatibles para el sustento de vida. En ciertos casos se lograba alterar esas condiciones, como paso con Marte, estableciendo grandes ciudades y estaciones orbitales que servían de puentes para la explotación y comercialización de los recursos naturales del planeta. En otros solo orbitaban alrededor del planeta succionando los gases y líquidos que servían de combustible.
Con la capacidad de alcanzar cualquier parte del universo y con la experiencia de muchos años como colonizadores, la comunidad de naciones unidas de la tierra decidieron llegar a los rincones más oscuros del universo. Así quedo plasmado en el manifiesto final que elaboraron las naciones " Llegaremos a los lugares más apartados del universo donde la materia y la energía fueron impulsadas desde la oscuridad profunda con la fuerza inicial de la explosión primigenia, y llevaremos la vida en todas sus formas conforme a las leyes de Dios y del hombre".
Con esta nueva visión de conquista, se conformaron miles de grupos que serian enviados a esos puntos del cosmos. Valerosos pioneros, hombres y mujeres cuyo sueño era hacer resurgir la vida en algún planeta solitario cuyo destino final ya no dependería de las leyes universales sino de la voluntad humana por expandir sus horizontes.
Escritor de Letras
Comentarios
Publicar un comentario
Se agradece hacer comentarios exclusivamente sobre el tema leído. Cualquier otro será anulado.