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El regalo de los Reyes Magos

U n dólar con ochenta y siete centavos. Eso fue todo. Y siete centavos eran en centavos. Centavos ahorrados uno a uno, derribando al tendero, al verdulero y al carnicero hasta que las mejillas ardían con la silenciosa calma que implicaba un trato tan cercano. Della lo contó tres veces. Un dólar con ochenta y siete centavos. El siguiente día sería Navidad. C laramente, no había nada que hacer más que dejarse caer en el pequeño sofá destartalado y gritar. Así que Della lo hizo. Lo que suscita la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, predominando los lloriqueos. Mientras que la dueña del hogar va pasando gradualmente de la primera etapa emocional  a la segunda, echa un vistazo a su casa. Un piso amueblado a $8 por semana. No excedía exactamente la descripción, pero ciertamente tenía esa palabra al acecho: precaria mendicidad. En el vestíbulo de abajo había un buzón en el que no entraría ninguna carta y un botón eléctrico del que ningún dedo mortal p

Matrimonio: Cocinera, sirvienta y amante.


Hoy en día el matrimonio parece ser una solución muy buena para los "hombres" que menosprecian a las mujeres. Y coloco la palabra hombre entre comillas para significar que este calificativo es demasiado grande para estos seres.

Con un empleo formal consolidado y con treinta tantos años a cuestas esta clase de hombres añora tener una esclava legal, para todos los insufribles quehaceres del hogar: lavar, cocinar, planchar. Y su función como madre que requiere una especial atención y tiempo. Además debe calmar la bestia animal en que se transforma este molde de hombre, cuando busca sexo al llegar de su trabajo. Y cuidado si la cansada esposa-esclava no complace los apetitos desaforados del macho de la casa. Porque surge la amenaza y el chantaje. Si no consigo en mi casa lo que busco, lo consigo fuera de ella _ dice el neanthertal con corbata_ Y ella que apenas llega a los treinta, sucumbe ante tales pretensiones. Pues sabe que si lo pierde no tendrá como enfrentar la vida con sus hijos. El temor la invade.Esta mujer pasa el día limpiando, lavando y cocinando. Y con la atención puesta en los niños todo el día. Ella cuyo valor ante la realidad que vive la engrandece, tiene todos los caminos cerrados. Pues su maridito, no permitirá bajo ningún aspecto que estudie o trabaje. Para que necesita estudio?_se pregunta el señor_ si para lavar, cocinar y atender los niños no se necesita un diploma¡¡ Para que trabajar? Si yo me parto la espalda proveyendo dinero cada día__pobrecito desde la óptica de estos señores hay que hacerles una estatua. Sufren tanto ¡¡¡__

El mensaje final para las mujeres es que despierten y rompan sus cadenas. Un hombre que las ame de verdad y las valore como seres humanos siempre compartirá responsabilidades en el hogar. Así que mucha entereza y valor.

Autor: Escritor de Letras

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