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Semilla de vida. Parte 2.

 El gran despertar U n día como hoy, hace ciento treinta y tres años llegué a un mundo donde la belleza de la naturaleza había sido cambiada por la eficiencia de la máquina y donde el disfrute por lo natural intercambiado por lo sintético elemental. Aún así la civilización que recibí como herencia hizo de mi un hombre buscador de verdades ocultas. Un insoslayable precursor de la solidaridad entre todas las criaturas con derecho a una vida digna y llena de amor. Un incansable hacedor de realidades y sueños carentes del medio físico que los impulse al mundo real. Un observador empedernido y vehemente del mundo que llega a mis ojos cada instante y que provoca en mi cerebro las multicolores imágenes producto del aglutinamiento de millones de fotones que como niños escapan hacia la libertad de la acción y hacia la esclavitud del destino. Realmente me siento bien físicamente aún cuando la prótesis visual que reemplazo mis ojos hace veinticinco años atrás me produce un pulsante dolor de c

Matrimonio: Cocinera, sirvienta y amante.


Hoy en día el matrimonio parece ser una solución muy buena para los "hombres" que menosprecian a las mujeres. Y coloco la palabra hombre entre comillas para significar que este calificativo es demasiado grande para estos seres.

Con un empleo formal consolidado y con treinta tantos años a cuestas esta clase de hombres añora tener una esclava legal, para todos los insufribles quehaceres del hogar: lavar, cocinar, planchar. Y su función como madre que requiere una especial atención y tiempo. Además debe calmar la bestia animal en que se transforma este molde de hombre, cuando busca sexo al llegar de su trabajo. Y cuidado si la cansada esposa-esclava no complace los apetitos desaforados del macho de la casa. Porque surge la amenaza y el chantaje. Si no consigo en mi casa lo que busco, lo consigo fuera de ella _ dice el neanthertal con corbata_ Y ella que apenas llega a los treinta, sucumbe ante tales pretensiones. Pues sabe que si lo pierde no tendrá como enfrentar la vida con sus hijos. El temor la invade.Esta mujer pasa el día limpiando, lavando y cocinando. Y con la atención puesta en los niños todo el día. Ella cuyo valor ante la realidad que vive la engrandece, tiene todos los caminos cerrados. Pues su maridito, no permitirá bajo ningún aspecto que estudie o trabaje. Para que necesita estudio?_se pregunta el señor_ si para lavar, cocinar y atender los niños no se necesita un diploma¡¡ Para que trabajar? Si yo me parto la espalda proveyendo dinero cada día__pobrecito desde la óptica de estos señores hay que hacerles una estatua. Sufren tanto ¡¡¡__

El mensaje final para las mujeres es que despierten y rompan sus cadenas. Un hombre que las ame de verdad y las valore como seres humanos siempre compartirá responsabilidades en el hogar. Así que mucha entereza y valor.

Autor: Escritor de Letras

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