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Semilla de vida. Parte 2.

 El gran despertar U n día como hoy, hace ciento treinta y tres años llegué a un mundo donde la belleza de la naturaleza había sido cambiada por la eficiencia de la máquina y donde el disfrute por lo natural intercambiado por lo sintético elemental. Aún así la civilización que recibí como herencia hizo de mi un hombre buscador de verdades ocultas. Un insoslayable precursor de la solidaridad entre todas las criaturas con derecho a una vida digna y llena de amor. Un incansable hacedor de realidades y sueños carentes del medio físico que los impulse al mundo real. Un observador empedernido y vehemente del mundo que llega a mis ojos cada instante y que provoca en mi cerebro las multicolores imágenes producto del aglutinamiento de millones de fotones que como niños escapan hacia la libertad de la acción y hacia la esclavitud del destino. Realmente me siento bien físicamente aún cuando la prótesis visual que reemplazo mis ojos hace veinticinco años atrás me produce un pulsante dolor de c

LA MUERTE: cuando una persona especial se va


Que difícil es ver a una persona especial sin vida. Parece a veces un sueño, una pesadilla algo sin sentido.

Recordar miles de imagenes y la compañía de ese cuerpo que yace quieto y frió, hace que el corazón y el alma de uno estallen en llanto y tristeza sin medida. Pero una vez que despidamos a nuestro amigo especial, es bueno reflexionar sobre algo que nos motive a que la felicidad y la esperanza regresen con mayor fuerza e ímpetu en nuestros corazones.

Y algo que pueden hacer mis queridos lectores es recordar a esa persona especial cuando compartimos esos momentos felices con el o ella. Recordar lo feliz que fue. Las cualidades sobresalientes que manifestó en toda su vida. Así de simple. Olvidar todo lo triste. Solo los momentos felices cuentan. Imaginar la felicidad que llenaba a esa persona especial cuando aun vivía, nos hace ver que la muerte no se pude llevar todo. Nos quedan los recuerdos de lo que representa la vida.

Tener presente a Dios como guia y la felicidad de esos instantes inolvidables, hacen que la muerte sea una prueba llevadera y soportable. Pues, los momentos felices de nuestras vidas son lo mejor de toda la existencia, con ellos la vida grita su presencia en este universo.

Autor: ESCRITOR DE LETRAS

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