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El regalo de los Reyes Magos

U n dólar con ochenta y siete centavos. Eso fue todo. Y siete centavos eran en centavos. Centavos ahorrados uno a uno, derribando al tendero, al verdulero y al carnicero hasta que las mejillas ardían con la silenciosa calma que implicaba un trato tan cercano. Della lo contó tres veces. Un dólar con ochenta y siete centavos. El siguiente día sería Navidad. C laramente, no había nada que hacer más que dejarse caer en el pequeño sofá destartalado y gritar. Así que Della lo hizo. Lo que suscita la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, predominando los lloriqueos. Mientras que la dueña del hogar va pasando gradualmente de la primera etapa emocional  a la segunda, echa un vistazo a su casa. Un piso amueblado a $8 por semana. No excedía exactamente la descripción, pero ciertamente tenía esa palabra al acecho: precaria mendicidad. En el vestíbulo de abajo había un buzón en el que no entraría ninguna carta y un botón eléctrico del que ningún dedo mortal p

Contacto OVNI: Primera parte.


A mis queridos lectores hoy les traigo una historia que me fue enviada a mi correo. El amigo que envía el material(desglosado en cinco partes) es de Venezuela. Me pidió no revelar su nombre ni la región donde ocurrieron los hechos. La historia me pareció bastante buena, aunque muy poco inusual para Venezuela, donde casos similares son muy poco frecuentes. Lo mas importante que los lectores encontraran en esta historia es el mensaje final que nuestros amigos viajeros dejan a toda la humanidad.

Parte I. El encuentro.

Personaje: Jose (nombre ficticio)

Lugar: Hacienda "La Escondida" (nombre ficticio)

Mi nombre es Jose y tengo una hacienda ubicada en la parte alta de las montañas. Bueno comienzo la historia contando los hechos que me sucedieron el día previo del primer avistamiento. La noche anterior hubo una tormenta con impresionantes rayos y relámpagos.  Era normal las tormentas de este tipo en la montaña donde esta mi hacienda, "La escondida" esta ubicada en la cima de una zona montañosa, un lugar de extrema belleza. Desde cualquier lugar a donde miramos, vemos una cadena montañosa rodeada de rios y grandes arboles. El silencio de ese lugar esta lleno del ruido del viento y del canto de los pájaros que fugazmente saltan de rama en rama de los arboles que adornan todo el lugar. 

La ubicación de la hacienda hace que los rayos dañen muchas veces al año los transformadores eléctricos que nos proporcionan la luz. Por ese motivo hace una par de años mis hijos y yo decidimos comprar un generador eléctrico que nos permite cierta autonomía eléctrica por las noches. Esa noche sucedió que el generador eléctrico dejo de funcionar. Era raro, pues me había asegurado horas antes, de llenarlo de combustible suficiente para cubrir toda la noche. Le pedí a Juan, uno de mis hijos,  que fuera a revisar el generador. El se quejo, de que su linterna no funcionaba. Le dije que pasara por la mía. Fui a buscarla bajo mi cama donde siempre la pongo. Cual fue mi sorpresa que al encenderla tampoco funcionaba. Era extraño pues le había comprado baterías nuevas hace unos tres días. Le dije a Juan que buscara un paquete de velas en la cocina. Para llegar a la cocina Juan debía salir a un patio y recorrer unos cincuenta pasos para llegar a la puerta de entrada a la cocina. De repente escucho a Juan exclamando: "Santo Dios", gritando me pide que salga para que vea algo. Alcance a decirle: ¿Qué paso encontraste el daño del generador? pero el me dice, no algo mas grande. No entendí eso, me puse mis alpargatas y fui caminado entre tinieblas hasta donde estaba Juan. Le pregunte que paso hombre, que viste. El me dice papá mire lo que hay allá cerca de los arboles de lechosa.  Me moví un poco, para ver por encima del techo de la cocina y pude ver un disco oscuro que resplandecía como un carbón encendido. No se cuantos minutos me quede viendo esa cosa. Pensé que era obra del diablo, y sin darme cuenta estaba rezando y pidiendo a Dios que alejara esa cosa de mi casa. No se si la oración funciono o no, pero la cosa esa en forma de disco comenzó a elevarse y perderse entre la niebla y las nubes. Cuando comenzó a elevarse la luz de carbón de la parte de abajo del aparato se hizo mas luminosa, un ruido algo perturbador llenaba todo el lugar. Era como un silbido lejano pero muy agudo. Todos los animales de la finca permanecieron en silencio, ni  los tres perros bravos que tenemos hicieron algún ruido. Mi hijo me dice que era el mismo diablo, la cosa que vimos. Yo le dije que así era, que había que orar y hablar con la familia. 

Al día siguiente, antes de hablar con la familia,  revise con cuidado el lugar donde estaba esa cosa, mi hijo Juan me acompañaba. No había nada en particular distinto a lo habitual. Pero Juan si noto algo incrustado en una de las plantas de lechosa. Después nos dimos cuenta de lo  que habíamos conseguido.


Bueno hasta aquí la primera parte. La segunda se las estaré entregando la próxima semana. 


Escritor de Letras





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