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Eterno en las Sombras del Tiempo. Parte I.

En las profundidades de una cueva olvidada en las montañas de los Andes, donde el viento susurra lamentos que ni los dioses han oído, yace el hombre que desafía al tiempo mismo. Su nombre, si es que alguna vez lo tuvo, se perdió en las arenas del olvido hace eones. En muchas épocas tenia por nombre  El Errante,  pero él se hace llamar Kairos, un eco de la antigua palabra griega para el momento oportuno. Porque en sus 50 millones de años de existencia, ha aprendido que el tiempo no es un río lineal, sino un laberinto de instantes robados y eras devoradas por el silencio. K airos no envejece. Su piel, tersa como la de un niño pero marcada por cicatrices invisibles —huellas de glaciaciones, erupciones volcánicas y guerras que borraron civilizaciones enteras—, brilla bajo la luz mortecina de su refugio. Sus ojos, dos pozos negros salpicados de estrellas extinguidas, han visto el nacimiento de los primeros homínidos en las sabanas africanas, cuando el sol era más joven y el aire ol...

Mar de Aral: !una historia para llorar ¡


En tan sólo 20 años el ser humano ha sido el protagonista de cómo uno de los mayores lagos del mundo (o mar interior) se ha visto reducido hasta límites insospechados.

Esta imagen, obtenida de Wikipedia, muestra el cambio que ha sufrido, el deterioro reinante, que ha sufrido el Mar de Aral, en Asia Central (entre Kazajistán y Uzbekistán) durante los últimos 20 años, si bien todo comenzó en la década de los 60.

Fue en esa época cuando la por entonces Unión Soviética decidió utilizar la gran reserva de agua del Mar de Aral para sus regadíos, cuyo objetivo era producir arroz, melones, cereales y algodón. Para conseguir esto, desviaron el agua de los dos ríos más importantes de Asia Central: Amu Daria y Syr Daria, provocando que el Mar de Aral se quedara sin sus principales alimentadores. Además, los canales artificiales por donde discurría el agua desviaba no hacían otra cosa que desperdiciar el preciado líquido, por lo que el caudal desviado superaba con creces el lógico para mantener un ecosistema equilibrado.

No tardó mucho en resentirse el gran Lago asiático, y es que en la década de los 60 comenzó lo que todos temían: el Mar de Aral comenzó a menguar, a un ritmo de 20 centímetros cada año, ritmo que, en lugar de disminuir, aceleró hasta situarse en los 60 centímetros al año al final de la década de los setenta. ¿Creerán que se detuvo el despropósito? No, en los ochenta se siguió utilizando más y más agua, y la gran reserva de agua disminuyo más y más deprisa. Desde la URSS aseguraron que el fin del Mar de Aral era inevitable y que se trataba de un error de la naturaleza.

Como siempre, ahora tratamos de arreglar las cosas después de estropearlas y los diferentes Gobiernos asiáticos ofrecen soluciones para un Mar que ha perdido hasta el 60% de su superficie. Además, la contaminación excesiva de la zona también ha causado estragos y se teme que esto vaya en aumento.

Fuente:elblogverde.com

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