Ir al contenido principal

Destacados

Eterno en las Sombras del Tiempo. Parte I.

En las profundidades de una cueva olvidada en las montañas de los Andes, donde el viento susurra lamentos que ni los dioses han oído, yace el hombre que desafía al tiempo mismo. Su nombre, si es que alguna vez lo tuvo, se perdió en las arenas del olvido hace eones. En muchas épocas tenia por nombre  El Errante,  pero él se hace llamar Kairos, un eco de la antigua palabra griega para el momento oportuno. Porque en sus 50 millones de años de existencia, ha aprendido que el tiempo no es un río lineal, sino un laberinto de instantes robados y eras devoradas por el silencio. K airos no envejece. Su piel, tersa como la de un niño pero marcada por cicatrices invisibles —huellas de glaciaciones, erupciones volcánicas y guerras que borraron civilizaciones enteras—, brilla bajo la luz mortecina de su refugio. Sus ojos, dos pozos negros salpicados de estrellas extinguidas, han visto el nacimiento de los primeros homínidos en las sabanas africanas, cuando el sol era más joven y el aire ol...

La Dama de hierro


La historia de la tortura registra muchos dispositivos que funcionaron bajo el principio del recipiente antropomorfo con dos puertas, equipado con púas en el interior que atravesaba a la víctima una vez cerradas las puertas. El ejemplo más conocido ha sido siempre la llamada "Doncella de Hierro de Nuremberg", destruida en los ataques aéreos de 1944.

Es difícil separar la leyenda de la realidad en relación con este artificio, porque la mayoría del material publicado se basa en la investigación del siglo XIX distorsionadas por romanticismo, la tradición y la fantasía popular. La primera referencia a una ejecución con la doncella que aún no ha salido a la luz proviene del 14 de agosto de 1515, aunque el instrumento había estado en uso durante varias décadas por esos años.

Ese día un falsificador de monedas fue puesto dentro, y las puertas cerradas lentamente, de modo que las púas, penetraron en varios lugares de los brazos, piernas, vientre, pecho, vejiga, ojos, hombros, y sus nalgas, pero aún así no era suficiente para matarlo. Así permaneció gritando y lamentandose por dos días, tras lo cual murió. Probablemente, las púas en aquel tiempo eran colocados en diferentes posiciones dentro del interior para causar dolor y cierta tortura lenta mas o menos letal de acuerdo a los requisitos de la sentencia.

Fuente:www.the-night.net

Comentarios

Entradas populares