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Semilla de vida. Parte 2.

 El gran despertar U n día como hoy, hace ciento treinta y tres años llegué a un mundo donde la belleza de la naturaleza había sido cambiada por la eficiencia de la máquina y donde el disfrute por lo natural intercambiado por lo sintético elemental. Aún así la civilización que recibí como herencia hizo de mi un hombre buscador de verdades ocultas. Un insoslayable precursor de la solidaridad entre todas las criaturas con derecho a una vida digna y llena de amor. Un incansable hacedor de realidades y sueños carentes del medio físico que los impulse al mundo real. Un observador empedernido y vehemente del mundo que llega a mis ojos cada instante y que provoca en mi cerebro las multicolores imágenes producto del aglutinamiento de millones de fotones que como niños escapan hacia la libertad de la acción y hacia la esclavitud del destino. Realmente me siento bien físicamente aún cuando la prótesis visual que reemplazo mis ojos hace veinticinco años atrás me produce un pulsante dolor de c

La Rosa Azul

Cuenta la leyenda, que un comerciante muy rico alentado por una fiel sirvienta, de los amores de Elisa su única hija, hacia Roberto el hijo del panadero del pueblo, envió a la muchacha a la casa de unos parientes. Alertando a los mismos de que cualquier nota o carta que intentase enviar y que no fuese dirigida a el, fuese destruida sin que ella lo supiese. La muchacha partió una tormentosa noche, después de haberse jurado horas antes amor eterno con Roberto, y prometiendo escribirle diariamente, puesto que desconocía el tiempo que habría de pasar en casa de sus parientes.

Una semana más tarde de la partida de Elisa, el padre empezó a divulgar rumores sobre una relación de su hija con el hijo de unos viejos amigos de la familia. Destrozado el pobre Roberto y con la imposibilidad de poder descubrir la verdad, partió del país en busca de fortuna y con la esperanza de olvidar a la única mujer que había amado.Mientras tanto la enamorada Elisa seguía escribiendo diariamente a su dulce amor, desconociendo que sus cartas eran destruidas a las pocas horas. Extrañada de no recibir correo de Roberto, envió una carta a su padre, pidiéndole que la dejase regresar a casa. Unos meses mas tarde, Elisa feliz y enamorada volvía a su hogar. Espero durante unos días a que Roberto hiciese aparición por los jardines de la villa, pero su amor no venia. Extrañada por la ausencia de Roberto, Elisa pregunto inocentemente a su padre por las buenas nuevas del pueblo. El padre comenzó detallando las buenas ventas de sus productos, los viajes que había realizado en su ausencia, y los muchos de regalos que la esperaban en la bodega. Luego le relato los acontecimientos principales que habían acontecido en el pueblo, la boda del hijo del alcalde, la muerte del zapatero, la llegada al mundo del hijo del tabernero, y por ultimo que el joven Roberto había marchado del pueblo en busca de fortuna, y que por lo que comentaban los lugareños, había conocido a una muchacha, y se había casado. Cuando Elisa escucho que su amado Roberto se había casado creyó morir, la pena se instalo en su mirada y ocultando las lagrimas a los ojos de su padre, marcho a su alcoba, donde dio rienda suelta a su intenso dolor.Pasaron los días, y Elisa empeoraba, se negaba a comer, e incluso a pasear por el jardín, encerrada en la alcoba día tras día, sin mas contacto con el mundo que las visitas de su padre para preocuparse cada día un poco mas por su estado de su hija. Viendo que el dolor la estaba matando, decidió ir en busca del joven y consentir los amoríos de ambos, pero la vida a veces da giros insospechados, y cuando hallo al joven Roberto, en verdad se hallaba casado y muy bien situado económicamente. Roto de dolor por haberle causado tal aflicción a su dulce hija volvió al hogar, con muchos regalos para la joven, pensando que estos alegrarían el corazón de la joven. Pero ni los regalos, ni las joyas o vestidos hicieron que Elisa volviera a sonreír. Unos días mas tarde la joven cayo enferma, el padre mando llamar a los mejores médicos de la provincia, pero ninguno hallaba la causa del mal que consumía a la joven. Desesperado el padre mando a llamar a los más ilustres, pero tampoco estos daban con la causa del mal. Atormentado con la idea de que Elisa moría por su culpa, el padre partió hacia lugares lejanos, con la esperanza de encontrar un remedio para el mal de Elisa. Y en una recóndita isla, un anciano del lugar después de escuchar la historia del comerciante sobre la enfermedad de su hija le respondió: "Su hija parece que sufre de pena de amor, y si no consigue que olvide a ese joven, esta pena la destruirá". - Eso quisiera - contesto el atormentado padre- pero por más que hago no consigo ni una mínima sonrisa, sus ojos están muertos es como si no viesen el presente. Elisa vive en un mundo al cual yo no puedo accede.- Vaya al monasterio de la colina, cuente su historia al abad y este le dará un remedio- contesto el anciano. Sin pensarlo dos veces el padre emprendió el camino hacia el monasterio y una vez allí, pidió audiencia con el abad del mismo. Este después de escuchar el relato, le pidió que le acompañara hasta el jardín. Pasearon por los hermosos jardines en silencio, hasta que se detuvieron frente a un hermoso rosal, de rosas azules.El abad con mucha ternura corto una de las hermosas rosas y se la entrego al comerciante. - Regálele esta rosa a su hija - dijo- cuando respire el perfume de la rosa el dolor que habita en su corazón desaparecerá. - ¿El perfume de la rosa? - pregunto extrañado el padre. - Si - Esta hermosa y extraña rosa es conocida por la Flor del Olvido, y solo actúa sobre aquellos que en verdad han amado más que a su vida misma. No pierda mas tiempo aquí, y corra hacia Elisa cada segundo que pasa es vital para ella. El padre partió de inmediato hacia su hogar al llegar al mismo, se encontró a la servidumbre cabizbaja y llorosa, pensando que ya era demasiado tarde, y con el corazón destrozado, subió hacia la alcoba de Elisa, encontrándola postrada en la cama, con la cara paliada como de cera, y hermosa como un lirio. Arrodillado a su lado lloro desconsolado, inclinándose ante ella para depositar un beso en su frente, noto la calidez de una entrecortada y lenta respiración. Alegre de que su hija Elisa vivía, cogio la rosa, y la acerco a su nariz, y a medida en que la joven iva respirando la fragancia de la rosa, el color volvía a sus mejillas, mientras el de la hermosa rosa desaparecía hasta volverse negra. Elisa abrió los hermosos ojos verdes, y sonriendo a su padre le beso. No recordaba nada de su pasado amoroso, volvía a ser la traviesa chiquilla llena de vida que hacia las delicias de su padre. La magia de la rosa habia funcionado.

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