Es una capacidad que resulta decisiva para la vida de cualquier  persona, pues que afecta a un espectro muy amplio de necesidades vitales del hombre:  es fundamental para la buena marcha de un matrimonio, para la educación  de los hijos, para hacer equipo en cualquier tarea profesional, para ejercer la  autoridad, para tener amigos..., en fin, para casi todo.
Hay  personas que sufren de una especial falta de intuición ante los sentimientos  de los demás. Pueden, por ejemplo, hablar animadamente durante tiempo y  tiempo, sin darse cuenta de que están resultando pesados, o que su interlocutor  tiene prisa y lleva diez minutos haciendo ademán de querer concluir la  conversación, o que el tema no le interesa nada en absoluto.
A lo mejor intentan dirigir unas palabras que les parecen de amigable y cordial  crítica constructiva –a su cónyuge, a un hijo, a un amigo–,  y no se dan cuenta de que, en la situación de su interlocutor en ese momento  concreto, sólo están logrando herirle.
O  irrumpen sin consideración en las conversaciones de los demás, cambian  de tema sin pensar en el interés de los otros, o hacen bromas inoportunas  y se toman confianzas que molestan o causan desconcierto. O  quizá intentan animar a una persona que se encuentra abatida después  de un disgusto o un enfado, y le dicen unas palabras que quieren ser de acercamiento  pero, por lo que dicen o por el tono que emplean, su intento resulta contraproducente.
Esas  personas, que parecen entrar en la vida de los demás como un caballo en  una cacharrería, no suelen ser así por mala voluntad, sino porque,  como decíamos, les falta sensibilidad ante los sentimientos ajenos.
Y  como ha señalado Daniel Goleman, esto sucede porque las personas no expresamos  verbalmente la mayoría de nuestros sentimientos, sino que emitimos continuos  mensajes emocionales no verbales, como los gestos, la expresión de la cara  o de las manos, la postura, el tono de voz que empleamos, o incluso los silencios,  tantas veces tan elocuentes. Es como un amplio conjunto de emisiones multimedia,  con muchos ámbitos diferentes, muchos registros y muy diversos medios de  transmisión, que ilustran y enriquecen las simples palabras.Esas  personas de las que hablábamos, tan inoportunas, son así porque  apenas han desarrollado su capacidad de captar esos mensajes no verbales: se han  quedado –por decirlo así– sordas a esas otras emisiones que todos  irradiamos de modo continuo.
Y  lo notamos también en nosotros, en nuestra propia relación con otras  personas, cuando quizá a posteriori advertimos que nos ha faltado  intuición; o que quizá no nos hemos percatado de que alguien –sin  decirlo expresamente– había querido darnos a entender algo; o caemos  en la cuenta de que, sin querer, hemos ofendido a una persona, o hemos sido poco  considerados ante sus sentimientos.Es  entonces cuando advertimos nuestra falta de empatía, nuestra sordera ante  las notas y acordes emocionales que todas las personas emiten, unas veces de modo  más directo y otras más sutilmente, más entre líneas.
Pero caer en la cuenta de que hemos cometido esos errores es una excelente forma  de mejorar esa capacidad de reconocer los sentimientos ajenos. No  hay que olvidar que se trata de una capacidad que resulta decisiva para la vida  de cualquier persona, pues que afecta a un espectro muy amplio de necesidades  vitales del hombre: es fundamental para la buena marcha de un matrimonio, para  la educación de los hijos, para hacer equipo en cualquier tarea profesional,  para ejercer la autoridad, para tener amigos..., en fin, para casi todo.
Hay tantas situaciones en la vida que serian tan transparentes, sin malentendidos. Sin la pesadez de la culpa. Solo falta ser honesto. Decir lo que se siente y nada más. Pero  en la vida hay gente que quizás no sabe ser honesta.....sin sentimientos. La hipócresia  las envuelve, es  sutil y delicada ante los demás, pero efectiva. Personas que para cada detalle y circunstancia de la vida, crean grandes incertidumbres y profundas heridas dificiles de sanar a corto plazo. Son personas insensibles..son almas vacías. Amparadas por religiones, dogmas  e historias de vida. Creo sinceramente que Dios no aprueba esa conducta. Hay que tener mucha fuerza para poder desplegar la verdad en cualquier momento. La verdad cuando sale libera, llena un vació. [javier vivas]
Fuente:Alfonso Aguiló/www.familia.cl
Comentarios
Publicar un comentario
Se agradece hacer comentarios exclusivamente sobre el tema leído. Cualquier otro será anulado.