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Vivir en las alturas es bueno para el corazón
Un estudio realizado recientemente por la Universidad de Zúrich sobre 1,6 millones de suizos que viven en las montañas aporta la prueba de que vivir en las alturas es bueno para la salud y en particular para el corazón.
Un análisis estadístico reveló que las personas que viven a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar en el cantón de los Grisones poseen un riesgo menor de morir de un infarto al miocardio. Para las personas que viven entre 260 y 1. 650 metros el riesgo baja un 22% si se vive a mil metros más alto.
En cuanto a los riesgos de morir de un ataque cerebral si se vive à más de 2000 metros de altura se reduce a 12%. En comparación a los habitantes del cantón de Berna, los residentes en las montañas de la ciudad de Davos, están menos expuestos a sufrir enfermedades cardiovasculares graves.
Factores climáticos
Los investigadores precisan sin embargo que no es sólo la altura en sí misma que es benéfico para la salud. “Hay factores climáticos que son importantes”, precisa el estudio y cita la mejor calidad del aire que existe en las montañas.
También el hecho de que las alturas el sol tiene mayor presencia y los días asoleados son más numerosos que en las regiones de los valles, un factor que tiene importancia en la producción de vitamina D, un efecto conocido para la salud.
La importancia del lugar de nacimiento
Aunque parezca asombroso, los investigadores concluyen que el lugar de nacimiento de las personas constituye una ventaja en términos de sobrevivencia, un efecto que se conserva cuando las personas cambian de domicilio a ciudades de los valles o de poca altura.
El estudio no aclara las causas de este efecto protector, y se limita sólo a las estadísticas que muestran un mejor de estado de salud de las personas que nacieron en lugares de altura.
Para los científicos el hecho de vivir en las alturas, produce, además, un efecto psicológico porque la montaña ayuda a desarrollar, por ejemplo, la habilidad de estar presente plena e intensamente.
Insensibles al mal de altura
En este caso de los suizos del cantón de los Grisones, sus organismos ya están acostumbrados al menor nivel de oxígeno que hay en tales regiones y no padecen el mal de montaña, que acecha a las personas que no están acostumbrados a vivir en las alturas.
Esta investigación contrasta con otros estudios que advierten sobre “el mal de altura” debido a que disminuye la presión atmosférica y la concentración de oxígeno, lo que provoca una serie de alteraciones que para algunos –no acostumbrados- puede tener consecuencias graves.
De acuerdo con aproximaciones estadísticas, 20% de las personas que visitan lugares con altitud entre 2.000 y 3.000 metros pueden padecer mal de altura, al igual que 50% de quienes viajan por encima de 3.500 metros y casi 100% de las que suben rápidamente 5.000 metros.
Cierto es que en el caso del estudio suizo, la altura medida en que viven los habitantes del cantón de los Grisones, no supera los 3.000 metros.
Fuente:Swisslatin
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