En muchos casos, el tiempo dedicado al estudio se extiende por la necesidad de salir a trabajar
El porcentaje de quienes se reciben es del 30% en las universidades privadas
En otros países es mucho más alto
Las dificultades para la inserción laboral desmotivan a los estudiantes
La Universidad parece haberse convertido en un buen lugar para quedarse: los estudiantes argentinos tardan cada vez más tiempo en completar sus estudios universitarios.
A la hora de buscar razones, la mayoría de las respuestas apunta al contexto laboral del país. Mientras muchos alumnos deben combinar el estudio con el trabajo, en ciertas carreras -como las humanísticas- el título no garantiza mejores oportunidades laborales. Ante el desalentador panorama que aguarda fuera de la Universidad a los que se gradúan, el mundo conocido de las aulas resulta para muchos un espacio de contención que cuesta abandonar.
La demora en obtener el título universitario, además, es acumulativa. Cuando un estudiante se atrasa unos meses, el tiempo suele extenderse a un año, y de ahí es fácil posponer los exámenes a dos o más, en algunos casos para no graduarse nunca. A medida que pasan los años, además, la vida de estudiante se superpone con el casamiento, la formación de una familia y la independencia económica de los padres, todas experiencias que retrasan la graduación.
De acuerdo con las últimas cifras oficiales, en la Argentina sólo el 19% de los estudiantes de las universidades públicas termina graduándose. De hecho, mientras en los diez años que van de 1988 a 1998 el ingreso de alumnos aumentó un 4,1%, la cantidad de graduados sólo lo hizo en un 1,6 por ciento.
El porcentaje se eleva algo en las universidades privadas, donde, según el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), el porcentaje de graduados con respecto a los ingresantes alcanza al 30.
"El principal problema de la Universidad es que se ha garantizado el ingreso de la gente, pero no su permanencia. La falta de becas, por ejemplo, hace que en promedio un 80% de los que entran no se reciban", dijo a La Nación el rector de la Universidad de Tres de Febrero, Aníbal Jozami.
El porcentaje de graduados en el país está lejos de los estándares internacionales. Según un estudio que realizó la OCDE, en 1998, entre 20 países -entre los que no figura la Argentina-, el que tiene mayor porcentaje de graduados es Japón (90%), seguido por el Reino Unido (81%), la República Checa (79%), Hungría e Irlanda (77%) y Nueva Zelanda (76%). Estados Unidos tiene el 63%, mientras el país que aparece último es Italia, con 35 por ciento.
Sin garantía de empleo
"La tendencia en las carreras más largas es a prolongarlas dos o tres años. Una de las razones principales es que la mayoría de los estudiantes también trabaja", dijo a La Nación la secretaria académica de la UBA, Alicia Camilloni. Allí, el porcentaje de graduados supera el promedio. Según Camilloni, hay unos 12.000 egresados por año e ingresan en las carreras -después de aprobar el CBC- unos 20.000 estudiantes.
"El porcentaje oficial es muy bajo y ha descendido terriblemente en los últimos años", dijo por su parte el rector de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), Horacio O´Donnell, donde se gradúa el 27% de los estudiantes.
El rector agregó otro factor a las exigencias laborales: "El título universitario perdió la implicancia emotiva que tenía para los estudiantes. Antes, recibirse marcaba un cambio de status. Hoy, la expectativa es menor, porque el título no significa un cambio de clase ni necesariamente una mejora".
En la mayoría de las universidades privadas, el porcentaje de graduados es algo mayor que en las públicas. "Esto responde a que en las universidades privadas los estudios son más ordenados", dijo a La Nación Mario Mena, rector de la Universidad de Morón y presidente del CRUP.
El título universitario no es ya el pasaporte al mundo del trabajo. Por eso, mientras los que tienen empleo sacrifican el estudio por cuidarlo, los que tienen pocas posibilidades de conseguirlo tampoco se esfuerzan en graduarse.
En la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, por ejemplo, se recibe un promedio del 15%. Los datos de la Universidad de Morón, en la que se reciben unos 1250 alumnos por año, confirman la tendencia: las carreras de grado con mayor cantidad de egresados son abogacía, contador público y arquitectura -en las que el título supone una habilitación profesional-, y las que tienen menos graduados son ciencias químicas, historia y ciencias de la educación.
Las demoras no son inocuas. "El alargamiento excesivo en los estudios redunda en un perjuicio para los alumnos, porque muchos conocimientos se vuelven obsoletos", reflexionó Camilloni. "No está mal que los jóvenes estudien y trabajen, porque el trabajo les permite a muchos estudiar y obtener experiencia laboral", dijo.
Para enfrentar el problema, muchas universidades están encarando reformas que tienden a acortar las carreras y actualizar sus contenidos. "Hay que rediscutir el sistema universitario e incluir la educación no universitaria y los terciarios. Así se descomprime la demanda sobre las universidades y se diseña una oferta según las demandas de la sociedad", señaló Jozami.
Por Raquel San Martín
De la Redacción de La Nación.Argentina.
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