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El regalo de los Reyes Magos

U n dólar con ochenta y siete centavos. Eso fue todo. Y siete centavos eran en centavos. Centavos ahorrados uno a uno, derribando al tendero, al verdulero y al carnicero hasta que las mejillas ardían con la silenciosa calma que implicaba un trato tan cercano. Della lo contó tres veces. Un dólar con ochenta y siete centavos. El siguiente día sería Navidad. C laramente, no había nada que hacer más que dejarse caer en el pequeño sofá destartalado y gritar. Así que Della lo hizo. Lo que suscita la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, predominando los lloriqueos. Mientras que la dueña del hogar va pasando gradualmente de la primera etapa emocional  a la segunda, echa un vistazo a su casa. Un piso amueblado a $8 por semana. No excedía exactamente la descripción, pero ciertamente tenía esa palabra al acecho: precaria mendicidad. En el vestíbulo de abajo había un buzón en el que no entraría ninguna carta y un botón eléctrico del que ningún dedo mortal p

Los manipuladores: imposible conversar


No pueden aceptar un "no" por respuesta, así que imponen su punto de vista o se callan y desplazan la conversación hacia su terreno.

De esta forma "obligan" a la otra parte a decir algo, y refuerzan la aproximación a sus objetivos.

Es muy difícil estar con una persona y no intentar establecer una comunicación, especialmente en relaciones estrechas afectivamente. Si ellos callan, el otro tiene que comunicar, si imponen cualquiera no acepta.

No conversan. Imponen o se callan. Unas veces sueltan una larga parrafada en la que te acabas perdiendo entre prolijas explicaciones y a la que al final no tienes más remedio que responder "sí" por dos razones: Porque sabes que es la única respuesta que van a admitir sin atacarte, y porque tampoco puedes admitir que hace un rato que has dejado de escucharles. En otras ocasiones, sin embargo, es imposible obtener nada de sus labios que tenga algún sentido. No salen del "tú mismo", "como quieras", "tú sabrás", "no lo sé", o incluso un silencio que indica que están esperando una respuesta, por supuesto acorde con sus metas.

La clave de la historia está en su inseguridad. Cuando se atreven a soltar la parrafada es porque están seguros de que pueden controlar la situación de tal forma que ninguna de las personas objetivo del mensaje puede negarse a aceptarlo como verdadero y válido. En cambio, cuando callan es porque están pasando y esperando a que el otro sea quien mueva ficha. De esta forma, es imposible equivocarse.

Veamos unos ejemplillos:

* Si se plantea un tema de conversación que no les conviene, rápidamente lo cambian. Y no suele convenirles todo aquello que les afecte personalmente, porque es un terreno inseguro.

* Se callan cuando se le plantea una elección que no sirve a sus fines. Podrían decir abiertamente "eso es perjudicial para mí", pero se estarían comportando de forma asertiva. ¡Con el riesgo de no salirse con la suya que tiene!

* Responden a las preguntas con una devolución: "¿Qué quieres que hagamos esta tarde?" "Lo que quieras". Quieren peces, pero no se mojan el trasero. Como siempre hay quien se lo moje por ellos...

* Sólo están dispuestos a hablar de lo que viene bien a sus intereses. Y cuando lo hacen no admiten réplica. Rápidamente se encierran en ese discurso en el que dejan claro que el único camino posible de la verdad es ese y si alguien les contradice se enfadarán mucho.

* En una relación de pareja se niegan a hablar de sentimientos. Seguramente teman que averigües que no son capaces de sentir amor, sino simplemente miedo al ridículo. Yo creo que se preguntan ¿pero existe eso del amor? Y como temen que sea conocido por el resto del mundo que ellos no lo han disfrutado, prefieren considerarlo como campo minado y no entrar en el tema.

El ser humano hace complicada el vivir cada día.......javier vivas

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