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Semilla de vida. Parte 2.

 El gran despertar U n día como hoy, hace ciento treinta y tres años llegué a un mundo donde la belleza de la naturaleza había sido cambiada por la eficiencia de la máquina y donde el disfrute por lo natural intercambiado por lo sintético elemental. Aún así la civilización que recibí como herencia hizo de mi un hombre buscador de verdades ocultas. Un insoslayable precursor de la solidaridad entre todas las criaturas con derecho a una vida digna y llena de amor. Un incansable hacedor de realidades y sueños carentes del medio físico que los impulse al mundo real. Un observador empedernido y vehemente del mundo que llega a mis ojos cada instante y que provoca en mi cerebro las multicolores imágenes producto del aglutinamiento de millones de fotones que como niños escapan hacia la libertad de la acción y hacia la esclavitud del destino. Realmente me siento bien físicamente aún cuando la prótesis visual que reemplazo mis ojos hace veinticinco años atrás me produce un pulsante dolor de c

Personas parecidas?..mucho cuidado ¡¡¡¡


Svetlana Sokovo


Yulia Pecheneva





Pocos se dan cuenta de lo fácil que resulta hacerse pasar por otra persona. En realidad, lo esencial es parecerse a su foto del pasaporte o del carnet de identidad. Lo demás es cuestión de elegir bien al posible doble. Tiene que ser una persona de rasgos corrientes, que esté soltera y que sea poco sociable.
Svetlana Sokolova, una cuarentona de Odintsovo, una ciudad satélite de Moscú, era, al parecer, una candidata ideal para que alguien se apropiase de su personalidad. Vivía sola desde que su marido se fue hace años. No tenía amigos y su único hijo se fue a vivir a Moscú con su esposa. Para mitigar su soledad, la mujer pasaba días navegando por redes sociales en busca de amigos en el ciberespacio.
“Cada vez que la visitaba, la veía ante el ordenador. Se pasaba horas pegada a la pantalla y me contaba muchas cosas de sus contactos”, dice Anna Vlasova, vecina de Sokolova.

Invitación fatal
Todo iba bien hasta que un día la invitó a conversar una coetánea que se presentó como agente inmobiliaria independiente. Las dos mujeres enseguida encontraron coincidencias de intereses y de circunstancias. A ambas las había traicionado un hombre con el que habían convivido más de 20 años. Ambas tenían un único hijo y las dos se sentían solas.
Varios días después, la nueva amiga se presentó en la casa de Sokolova. Lo que más sorprendió a la anfitriona es que la invitada se parecía mucho a ella. Yulia Pecheneva (nombre de la supuesta agente inmobiliaria) hasta imitaba su estilo de vestir y de maquillarse. Aquel día fue el último para Sokolova.
“Pecheneva envenenó a su nueva amiga y escondió el cadáver en la terraza. Salió de la casa con el pasaporte de Sokolova y saludó a los vecinos que se encontró”, dice Yulia Zhukova, una responsable de la fiscalía que investiga el asesinato.
Según los fiscales, el verdadero objetivo de la falsa agente inmobiliaria era el apartamento de Sokolova. Hace varios años, Pecheneva ideó un plan para apropiarse de pisos. Buscaba en la red a mujeres solteras de su edad que se parecieran a ella. Luego, se presentaba en su casa con cualquier excusa, las mataba y vendía el piso usando el pasaporte de la víctima. “Hubo dos casos en San Petersburgo y tenemos pruebas de que ha sido Pecheneva. Allí no solo vendió los pisos de sus víctimas sino que, además, obtuvo créditos usando la falsa identidad”, dice Zhukova.
Todas las reencarnaciones de Pecheneva han sido profesionales. Conocía a sus víctimas a fondo gracias a sus largas conversaciones por internet. Para poder imitar todos los detalles, les pedía fotos. Ni los vecinos se daban cuenta.

Vecinos incrédulos
Nadie se había percatado del truco hasta que vendió así el apartamento de Sokolova. Tenía tanta prisa en firmar el contrato con un comprador interesado que no le dio tiempo a sacar el cadáver de la terraza y los nuevos propietarios lo encontraron. Los nuevos moradores del piso avisaron a la policía, que identificó a la difunta como a la antigua propietaria. “¡Pero es imposible! Hace un par de horas que salió de aquí sana y salva”, dijeron los denunciantes.
“Este tipo de crimen es muy difícil de descubrir. Si la víctima no tiene familiares ni amigos, nadie protesta. Los tres casos en los que está implicada Pecheneva pueden ser solo la punta del iceberg”, dijo Zhukova. Si la asesina hubiera escondido bien el cadáver, la venta del piso hubiera pasado como perfectamente legal. “Al hijo de la víctima le hubiera costado demostrar que no fue su madre la que vendió el apartamento a los nuevos propietarios”, sentenció.

Fuente: http://www.tvdiaria.com.ar

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